Mauricio Macri y Estados Unidos, los principales factores que alimentan una interna sin fin en el gobierno
Resumen
La consagración del milagro libertario que Donald Trump le entregó esta semana a Javier Milei no fue tan prodigiosa como para lograr apagar el fuego eterno de una interna descarnada. Pese a que el período electoral está a la vuelta […]

La consagración del milagro libertario que Donald Trump le entregó esta semana a Javier Milei no fue tan prodigiosa como para lograr apagar el fuego eterno de una interna descarnada. Pese a que el período electoral está a la vuelta de la esquina y la exigencia de la gestión norteamericana de consolidar un gobierno de unidad nacional es insoslayable, en La Libertad Avanza las tensiones no logran desarticularse.
El merodeo incansable de Mauricio Macri, auspiciado sin retraimiento por Guillermo Francos, choca de lleno con la existencia no blanqueada del gabinete paralelo manejado por Santiago Caputo y los planes políticos del asesor más poderoso que la democracia moderna tenga memoria. Con la puesta en marcha de dos planes diametralmente opuestos entre sí, el jefe de gabinete oficial y el blue empiezan a dar muestras de lo imposible que se volvió su convivencia.
“Macri no va a ser canciller, basta de viejos demócratas”, lanzó Daniel Parisini -más conocido como Gordo Dan- en su programa el martes por la noche. La Misa, el cónclave digital que se transmite por la señal Carajo, se consagró como la emisión oficial de la línea que mantiene el siempre oculto asesor y la de anoche no fue la excepción. En su descontracturada editorial, el tuitero no sólo apuntó contra Guillermo Werthein al advertir que su manejo diplomático en Estados Unidos dejó mucho que desear, también resistió los intentos internos y externos de concretar una fusión del oficialismo con el calabrés, quien gusta de hacer gala de la seriedad que él sabe que posee y el gobierno carece. “¿Quién dijo qué cosa?”, se preguntaron con mordacidad desde el círculo del ex presidente al ser consultados por este medio sobre los dichos del influencer.

Foto: Noticias Argentinas
Macri juega otra liga y no duda en ocultarlo. Por eso no dejará que sean los libertarios -mucho menos sus seguidores- quienes le marquen el ritmo. El bostero sabe que su nombre cotiza para dar un reaseguro a la gestión de Milei, una ventaja que lo habilita a manejarse como más le gusta: a su manera. La semana pasada autorizó a su primo Jorge a compartir un acto con Patricia Bullrich en la Ciudad para impulsar la alianza ámbar violeta. Él ayer no dudó en fotografiarse con Juan Martín, su candidato a senador en Río Negro, donde el PRO enfrenta a la candiadta de La Libertad Avanza, Lorena Villaverde. Jugador de toda la cancha.
Además de la riña conocida, hay quienes advierten que el rechazo explícito de Parisini al desembarco de Macri al Ministerio de Relaciones Exteriores puede ser leído como un tiro por elevación a Guillermo Francos, a quien los reflectores apuntan como el principal impulsor del regreso macrista a la gestión. Al jefe de gabinete le sobran razones para buscar aliados fuera de la Casa Rosada.
Hace poco más de un mes, cuando se iniciaron las conversaciones serias para desbloquear el apoyo del gobierno de Estados Unidos a la gestión de Milei, en el oficialismo nacional se anoticiaron que una de las condiciones que el gigante norteamericano iba a imponer era la consolidación de un gobierno de coalición. Lejos de tener la pacificación nacional como norte, el principal acreedor del oficialismo libertario precisa que se configure un escenario de apoyo político contundente que le permita avanzar con la instalación de bases militares y empresas estadounidenses en el país para explotar sin reproches los recursos que, constitucionalmente, le pertenecen a las provincias.
La consolidación del “coalition building” fue una condición indeclinable que Scott Bessent le puso a Luis Caputo para habilitar el salvataje financiero que se negoció en silencio hace tres semanas desde las oficinas del Ministerio de Economía. Barry Bennett, el asesor favorito de Donald Trump, lo volvió a pedir en la cumbre que mantuvo con su homólogo Santiago Caputo la semana pasada en la Casa Rosada y lo replicó el viernes por la noche en la cena que compartió con Cristian Ritondo, Rodrigo de Loredo y Miguel Ángel Pichetto en el departamento que el estadounidense se hospedó en su estadía por Buenos Aires. La insistencia de los norteamericanos, saben dentro del gobierno, es irrebatible.
Lo que a priori parece una tarea titánica, para Guillermo Francos este requisito puede ser beneficioso en medio de las tensiones que mantiene con el gurú favorito de Milei. Con Macri adentro, el jefe de gabinete podría encontrar un aliado que nivele las tensiones que mantiene con el socio fundador del Triángulo de Hierro, a quien puso contra las cuerdas la semana pasada para exigirle en vivo y en directo la estampa de su firma en las decisiones de gobierno, una traición mayúscula para quien disfruta del despojo jurídico que regala el anonimato legal. Esta declaración se sumó al intenso trabajo de hormiga que montó el jefe de gabinete para concretar el reencuentro del libertario y el bostero, con quien Caputo tiene una guerra descarnada desde antes de la llegada de Milei a la Rosada.
Clarísimo el Presidente Trump: Si en el 2027 Argentina retrocede, Estados Unidos dejará de apoyarnos.
Tenemos la oportunidad histórica de volver a ser una potencia mundial, no la dejemos pasar.
— Santi C. (@slcaputo) October 14, 2025
A diferencia de Francos, el asesor entiende que la gobernabilidad que exige el norte se podrá consagrar sólo utilizando a los referentes de PRO, el radicalismo y el peronismo dialoguista. La estrategia, en rigor, no es para nada nueva. El fanático de las armas utilizó el mismo método para aprobar la Ley Bases, garantizar la firma del devaluado Pacto de Mayo y conseguir negociaciones beneficiosas en el Congreso hasta que el karinismo decidió unilateralemnte impulsar purismo libertario en las listas provinciales, un movimiento que en el Salón Martín Fierro sigue leyendo como un desacierto.
Aquella estrategia impulsó a Caputo de abrirse de la rosca legislativa en el último tiempo, lo que habilitó al más veterano de la gestión a volver a ponerse al frente de las negociaciones y retomar el control de ciertas atribuciones. Fue el propio Francos quien acercó -a escondidas y sin avisar- el nombre de Lisandro Catalán a Javier Milei para que lo bendiga como Ministro del Interior. Lo que es normal en un gobierno donde la única estructura que funciona es la oficial, en uno donde las mesas blue son moneda corriente éstas jugadas independentistas no caen para nada en gracia.
A la tensión con el asesor, Francos suma también un descontento de mayor peso. El jefe de gabinete mantiene desde hace varios años una riña para nada oculta con Mauricio Claver-Carone. El Enviado Especial del Departamento de Estado para América Latina nombrado por el propio Donald Trump en diciembre del año pasado está convencido de que el por entonces funcionario de Alberto Fernández en el Banco Interamericano de Desarrollo fue quien impulsó una operación interna en su contra para intentar sacarlo de la presidencia del organismo. Las tensiones no sólo no se evaporaron, sino que empiezan a dar señales de reactivación.
El martes por la noche comenzaron a circular versiones que apuntaban a advertir una importante suma de reuniones que Francos habría tenido en el último tiempo con funcionarios Chinos, principal enemigo comercial de Estados Unidos al que la administración trumpista apuesta por sacar su influencia en el país. Se habló de un total de cincuenta cumbres ejecutadas entre fines del año pasado y este. En la jefatura de gabinete no sólo desmienten rotundamente estas versiones, sino que rebaten la información advirtiendo que sólo fueron 12 encuentros con delegaciones orientales, mientras que el número de cumbres se triplica con las occidentales.

Aunque no se atreven a decirlo en voz alta, cerca de Francos entienden que este lineamiento fue una operación orquestada desde Estados Unidos para intentar limar la figura del titular de los ministros. “Guillermo tiene el total respaldo de Milei”, se defendieron, escuetos, desde el entorno del hombre conciliador del gobierno.
Pese a no querer dar margen a estas cuestiones, Francos sabe que su nombre es cuestionado en varios frentes y su ausencia en el viaje de Milei a Estados Unidos no hizo más que acrecentar los rumores sobre una eventual y elegante salida, aunque quienes lo rodean insisten en advertir que nunca acompañó al presidente en sus roadtrips. Posiblemente, aquella factibilidad fue apreciada por Santiago Caputo, quien se encuentra regresando de su gira por Miami y Washington donde mantuvo encuentros con importantísimos miembros del círculo rojo norteamericano mientras, a diez mil kilómetros al sur, el jefe de gabinete lidiaba con el temario habitual.
Si bien dentro del gobierno saben que el cambio de gabinete luego de las elecciones es un hecho, impulsado por el traspaso de Bullrich y Luis Petri al Congreso, lo cierto es que aún no está en claro quién será el que ayude al presidente a consolidar la nueva composición. Mientras Francos tiene particular interés en darle espacios al macrismo, Caputo negocia con sus aliados una veta que no tenga al ex presidente como principal beneficiario. La palabra final, como siempre, la tendrá Milei. Mientras tanto, los cuervos criados se arrancarán los ojos.