una aventura sonora y visual con objetos reciclados
Resumen
Con nombre de pájaro chillón y espíritu curioso, la compañía Urraka lleva adelante, desde hace más de quince años, distintas propuestas escénicas que entrelazan el teatro, la música y la danza a partir de un eje distintivo: el uso de […]

Con nombre de pájaro chillón y espíritu curioso, la compañía Urraka lleva adelante, desde hace más de quince años, distintas propuestas escénicas que entrelazan el teatro, la música y la danza a partir de un eje distintivo: el uso de objetos reciclados. Caños de PVC, botellas, latas y otros tesoros encontrados en volquetes, chatarrerías y lugares impensados se convierten en instrumentos originales, escenografías disparatadas y en protagonistas de las más diversas historias. Así sucede en Ta Chapita, el nuevo espectáculo del grupo que estas vacaciones de invierno se presenta en el teatro Metropolitan, y donde esos pequeños elementos que sellan los envases dan la primera nota de una “sinfonía del descarte”, tal como describen sus creadores.
“Hay algo que siempre me atrajo mucho, que es el sonido de los objetos”, cuenta Emmanuel Calderón, director de la obra, actor y músico de formación, además de un entusiasta de la lutería. “Con ese interés, traté de fabricarme algunas cosas. Eso de ser chico y no tener los instrumentos que te gustan, y que te mueve a jugar con lo que tenés a mano”.

Desde su fundación en 2008 la compañía recorrió la Argentina y el mundo, participando en festivales internacionales con distintas puestas. El grupo también creó contenido para Paka Paka, fue parte de Tecnópolis, y se sumó a iniciativas de UNICEF, Teatro por la Identidad y ACNUR, entre otros. Admiradores de Buster Keaton y Charles Chaplin, el objetivo de Urraka, sigue Calderón, es ofrecer espectáculos para todos y todas, y así fue como en estos años se hicieron de un público donde familias enteras, con los chicos y las chicas a la cabeza, los siguen a todas partes, incluso proveyéndolos de esos materiales que luego se reconvertirán en escena.
“A través de las redes nos pusimos a juntar chapitas para el espectáculo y fue increíble la cantidad que nos mandaron… Nos contaban cosas como ‘tengo un bar a la vuelta de mi casa que me las está guardando’. Después las juntaban y nos escribían para coordinar y traerlas a los ensayos”, relatan.
-¿Por qué poner el eje en el reciclaje y la reutilización?
-Por varias cosas. Hay una exploración de las posibilidades, a nivel sonoro, que nos dan los objetos, con un trabajo posterior más de intervención, para llevarlo para el lado que a nosotros nos conviene musicalmente. Y, además, encontramos en el descarte algo que nos evoca una nostalgia; nos reconocemos argentinos nostálgicos, y el hecho del reciclaje entra sin que los busquemos. Urraka tiene esta particularidad, esta identidad muy argentina, a diferencia de lo que se puede encontrar en otros grupos que, a nivel internacional, hacen estas cosas, como los Blue Man Group, por ejemplo. Somos muy chatarreros, hay algo de “atarlo con alambre”, de poder resolver con lo que hay a mano. Todos, de chicos, escuchábamos cuando pasaba por el barrio el camión que compraba cosas viejas y lo anunciaba con el megáfono. Es parte de nuestra idiosincrasia, eso de decir: “Esto lo atamos acá, esto lo ponemos así”, y que en el espectáculo queda buenísimo.
La búsqueda del tesoro
Urraka tiene algunos integrantes que ya son famosos. Por ejemplo, Arturo, un instrumento muy especial. “Está hecho con unos tubos de PVC de 110 milímetros, de distinto largo, que tocamos con unas paletas. Viene desde el principio de todo, nos gusta mucho la sonoridad grave que tiene y es como el caballito de batalla, ¡siempre está ahí, firme!”, cuenta el director.
-¿Cómo surgen las ideas para resignificar los objetos? ¿Cómo se organizan para rastrearlos?
-Se nos ocurre que necesitamos sonidos más agudos, o más graves, y desde ahí empezamos a buscar elementos que puedan darnos ese color sonoro. Ahora tenemos súper entrenada la vista y sabemos que un tacho va a tener un grave espectacular, o que una botella nos va a dar un agudo. Después, hay complejidades en el medio. Por ejemplo: estábamos buscando hacer un instrumento de notas largas. Como lo nuestro es muy percusivo, queríamos algo que nos diera una sonoridad melódica determinada. Paseando por Tigre vi a una persona que estaba inflando un gomón muy grande. Me acerqué, hablé con el señor, me mostró el inflador de pie que estaba usando, y al final conseguimos un par y empezamos a probar. Al principio quise que se pareciera a un fuelle de bandoneón, pero no lo logré. Y el error nos dio otra posibilidad, y es que suene como un instrumento de cuerda; un cello, tal vez. Si bien se escucha el aire, las notas parecen cuerdas. Y lo tocamos con los pies. A un elemento básico le vamos sumando cosas y de repente logramos algo que ni siquiera imaginábamos. En la nueva obra aparecen también botellas de vidrio, ruedas de bicicleta, cadenas, y un carro también hecho con PVC que, además, suena como un bajo.
-¿Qué otros matices, qué sensibilidad le imprimen a los espectáculos estos elementos?
-Particularmente, en Ta Chapita todo lo que hay, incluso lo que compone la escenografía, son estas creaciones, estos objetos, que solamente van cambiando de ubicación y de forma, según cómo se ensamblan en el escenario. Todo tiene ese doble valor. Siempre es ahondar un poco más en esto de “con lo poco que tenemos, hacemos lo que podemos”. Hay algo que la obra trae, acerca de preguntarse qué es lo que sirve y qué no; a qué le damos valor, y a qué no. Los personajes funcionan como una pequeña comunidad que tiene una líder que se quiere quedar con las cosas de más valor, que son las chapitas. Pero de repente, esos otros materiales a los que no les prestaban atención generan algo mucho más interesante. Hoy en día, en una sociedad de consumo como la que vivimos, donde todo es rápido y es desechado, a mí me parece importante tocar esa temática. No todo es TikTok e Instagram, no todo es rápido. Hay algo que nos da humanidad y que lleva tiempo, proceso.

Sin límites para imaginar
-En medio de esta hegemonía de lo digital, ¿qué ven ustedes, en estos años de trabajo, que les pasa a los chicos con sus propuestas?
-Las obras no tienen lenguaje articulado. En realidad, estamos trabajando mucho sobre un idioma inventado. La comunicación se da desde otro lado, lo cual hace que se abra mucho la interpretación, que es lo que más nos gusta. Hay algo de ir a ver un espectáculo y que no esté masticado, que no te den la información directamente, que hace trabajar mucho a la subjetividad. Hay una historia, obviamente, pero no le decimos a la gente lo que tiene que pensar del espectáculo. Urraka arrancó en 2008, es decir que las infancias que nos veían en esa época son distintas a las de hoy. Pero siempre noté que los espectáculos infantiles se basan mucho en la oralidad, la palabra, y por ahí los chicos no están tan acostumbrados a ver algo donde no hay una comunicación directa, tan literal. Pensamos en hacer espectáculos para toda la familia, pero de repente, a las infancias les gustamos y se transformaron en una buena audiencia, creo que es porque, justamente, no los subestimamos. Hay algo de no infantilizar el espectáculo. El otro día terminamos una función en Montevideo, abrimos el micrófono al final y las preguntas eran increíbles. Cuando vos completás el relato y está todo servido, no hay muchas preguntas que hacerte.

-¿Y sobre los elementos y las cosas recicladas, qué dicen?
-Les impacta mucho. Hay gente que viene siempre y después nos cuenta que tiene al hijo o a la hija pegándole a las sartenes (risas). Ahí hay un acercamiento a la posibilidad de hacer música con lo que se tiene a mano, que también me parece muy bueno. Con la ayuda de los padres, obviamente, ponerse a buscar, hay un montón de contenido Internet.
Ta’ Chapita
Una obra de compañía Urraka.
Dirección general: Emmanuel Calderón. Dirección musical: Agustín Alfonso. Con Agustín Alfonso, Candela Ramos, Cristian De Castro, Emmanuel Calderón, Margarita Rodríguez Planes y Mercedes Di Napoli. Desde el lunes 21 al viernes 25 de julio a las 15 en el Teatro Metropolitan, Av. Corrientes 1343.