“Estamos bailando mientras todo se cae a pedazos”
Resumen
La debacle de las divas es el nuevo disco de Blanco Teta, banda inclasificable y desafiante que viene sacudiendo al escena under hace rato. Crudo, satírico y emotivo, el álbum apunta contra la obsesión del capitalismo con la juventud, la […]

La debacle de las divas es el nuevo disco de Blanco Teta, banda inclasificable y desafiante que viene sacudiendo al escena under hace rato. Crudo, satírico y emotivo, el álbum apunta contra la obsesión del capitalismo con la juventud, la presión por seguir modas y la fatiga de habitar un mundo que exige rendimiento constante. Con once canciones atravesadas por el punk, el rock, el pop, el metal y la new wave, la banda se lanza de lleno a una nueva etapa estética y sonora.
El cuarteto está integrado por Carola Zelaschi (batería y coros), Violeta García (cello y voz), Carlos Quebrada (bajo) y Josefina Barreix (voz). Su historia comenzó en 2017 con un EP homónimo, siguió con Incendiada en 2020 —donde participaron artistas como Sara Hebe— y se consolidó con Rompe paga en 2023, un trabajo que explotaba el autotune y las estéticas del hip hop. Con La debacle de las divas, Blanco Teta vuelve al formato banda, grabando en vivo, sin sobregrabaciones ni retoques.
“Lo compusimos en Buenos Aires, en febrero de 2024, y lo grabamos en Girona, España, los cuatro juntos en una misma sala. Sin edición, con errores, con angustia y con rabia”, cuenta Carola. La apuesta fue deliberada: registrar en cinta analógica, buscar un sonido más sucio y directo. «Hay algo más de garage, más crudo. Grabamos incluso en cassette. Eso nos gustó mucho», agrega.

El disco parte de una crítica ácida al sistema. “Un día estábamos charlando sobre el capitalismo y sus falencias decadentes, y empezaron a surgir las letras”, relata Josefina y profundiza: “Queríamos hablar de la gerontofobia que se impone en la cultura musical y también de la ruina del sistema. De cómo estamos todos bailando mientras todo se cae a pedazos. Esa contradicción de vivir en un mundo que se incendia mientras tratamos de sobrevivir”. Las canciones, entonces, oscilan entre la catarsis y el ritmo, lo experimental y lo corporal, el humor y la crítica.

Como es habitual en Blanco Teta, la experimentación sonora está presente, aunque los géneros no son un objetivo en sí. “Hacemos lo que tenemos ganas. Aunque cambiemos de estilo, siempre va a sonar a Blanco Teta. El primer EP era más funky, Rompe paga era más hiphopero, y este disco tiene un enfoque más rockero, más directo. Lo importante es ser honestas con lo que queremos decir”, explica Josefina.
La banda se autoproduce desde sus inicios. No tienen manager, financian todo de manera independiente y se reparten las tareas organizativas y creativas. “Somos un grupo autogestionado. A veces intentamos dividirnos en áreas, pero en general estamos todos en todo”, dice Josefina. Las decisiones artísticas y logísticas se toman de forma horizontal. Ensayan y componen cuando logran coincidir: cada integrante vive en un país distinto. “Vamos armando cosas y nos reunimos para girar o grabar. Estuvimos de gira en abril y después del lanzamiento volvemos a Europa en septiembre y octubre. En Argentina tocamos el 13 de noviembre en Niceto, y después seguimos por Colombia”, cuenta Carola.

Para ellas, lo colectivo es la única forma posible. “Tener con quién apoyarte cuando estás quemada, cuando no das más, es clave. Ese círculo creativo, esa red de contención, es lo que hace que todo tenga sentido, aunque a veces sea difícil de sostener”, concluye Josefina.
La debacle de las divas – Blanco Teta
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