la reacción popular de la condena a Cristina
Resumen
Mientras en la sede del Partido Justicialista (PJ) se espera el fallo cantado del «Partido Judicial» que condenará a Cristina Fernández de Kirchner a seis años de prisión con inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, miles de militantes se convocan […]

Mientras en la sede del Partido Justicialista (PJ) se espera el fallo cantado del «Partido Judicial» que condenará a Cristina Fernández de Kirchner a seis años de prisión con inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, miles de militantes se convocan en San José y Carlos Calvo.
Allí, donde reside quien fue dos veces presidenta, vicepresidenta, actual titular del PJ y figura máxima del peronismo, una multitud aguarda entre lágrimas y cantos la confirmación de proscripción política de su líder, definida por los tres señores jueces que conforman hoy la Corte Suprema de (in)Justicia por la causa Vialidad, plagada de irregularidades.
Organizaciones sindicales y políticas se concentran en los alrededores de la casa ubicada en el barrio de Constitución. La juventud no es solo libertaria, también está ahí, en las calles, conmovida y comprometida con su pueblo. El piberío -20, 22, 24 años- llora y escuchan atentes por sus celulares la voz de Cristina que habla desde la sede del PJ tras la confirmación de la condena. El contraste de la tristeza colectiva con la fuerza que irradia “la fusilada que vive”, tal como ella misma se definió, es enloquecedora, pero alivia, le da un cauce. “No nos han vencido”, se canta.
“La causa es un mamarracho total. La única que tuvo la capacidad de poder oponerse a los principales poderes de la Argentina fue CFK. Ella fue la que pudo mejorarle la situación a la mayor cantidad de argentinos y argentinas. Esta causa es un mamarracho y el mundo entero debería ponerse de pie y decir que están atentando con la democracia en Argentina”, dice a Tiempo una mujer que se acercó con sus amigas a manifestarse.
Se entrelazan los brazos formando los cordones de seguridad en su espera. Empujones van y vienen, fotógrafas y fotógrafos intentan quedar lo más adelante posible para registrar aquel momento histórico que quedará en la memoria del pueblo argentino como un capítulo más del oscuro prontuario antidemocrático y golpista del Poder Judicial y la derecha de nuestro país, pero también de la lealtad de un pueblo que no se rinde ni se resigna.
A casa con Cristina

Cristina llega en el auto negro que la traslada y frena en la puerta de San José. Se baja, saluda con una sonrisa mientras la multitud la ovaciona, le grita “Gracias Cristina”, le canta. Llega incluso a firmar un autógrafo en su libro Sinceramente e ingresa a su casa. Minutos después, sale por la ventana a saludar a su pueblo leal. El gesto que repetirá dos horas más tarde, esta última con las calles desbordadas.
Pasan los minutos o las horas, se pierde la dimensión del tiempo, y siguen llegando distintos dirigentes del peronismo y hasta los representantes de la izquierda trotskista: la aparición de Myram Bregman y Nicolás del Caño, (Partido de los Trabajadores Socialistas) lejanos y críticos del peronismo, no sorprende, pero en ellos también se dimensiona la gravedad de este asunto. No proscriben solo a Cristina, sino al pueblo y a la voluntad popular. “Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”.
“Vine acá porque otra no nos queda. Esto es compromiso de lealtad. Cristina significa nuestro futuro”, dice un hombre visiblemente conmocionado. Responde corto y al pie, no hay mucho más que agregar. “La vienen a buscar porque es una gran dirigenta, una persona con tanto poder. Dicen que le encanta el poder y si, le encanta porque con eso cambia las cosas y mejora la vida de los argentinos”, se explaya un chico de unos veintitantos con cierto entusiasmo por lo que la proscripción pueda generar.
“Los que somos militantes de muchos años no vamos a descansar. Venimos por un sentimiento de injusticia, sobre todo porque con este gobierno que es totalmente nefasto. Está en peligro la democracia y la esperanza del pueblo. Creo que con Cristina había surgido una luz de esperanza”, complementa una señora que fue a manifestarse junto a sus compañeras de militancia.
“Que arda la Corte”, dicen los grafitis de las paredes en el barrio de Constitución. Este país conoce ya de líderes prohibidos y proscriptos. Vió cómo los gobiernos militares intentaron borrar a sus dirigentes a fuerza de censuras, persecución, torturas y desapariciones. También lo sabe nuestro país hermano Brasil, y lo sabe nuestro continente. La historia nos demuestra que tarde o temprano, con el impulso popular resurgen con más fuerza.
La tristeza dura un instante en esta tarde de martes, pero el enojo, -y el amor- de un pueblo, son los que reconfigurarán y revitalizarán la figura de Cristina en la Argentina de hoy. Esta nueva y cruente avanzada bajo un gobierno de carácter fascista y con la figura más importante de la oposición presa es una posibilidad para ordenar las prioridades de la militancia popular, definir las tareas y volver a construir una esperanza, aun en el peor escenario. Así lo creen quienes asistieron a esta nueva cita con la historia.