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Vida y vuelta de Perón

Resumen

Publicado por primera vez en el 2011 Planeta reeditó, ampliado, Aventuras de Perón en la tierra, de Jorge Bernárdez y Luciano Di Vito. Periodistas y escritores los dos, desde hace años contribuyen en el área de producción y generación de […]

Vida y vuelta de Perón


Publicado por primera vez en el 2011 Planeta reeditó, ampliado, Aventuras de Perón en la tierra, de Jorge Bernárdez y Luciano Di Vito. Periodistas y escritores los dos, desde hace años contribuyen en el área de producción y generación de contenidos de la TV Pública. Primero desde el programa Vida y Vuelta y posteriormente respaldando las investigaciones de Felipe Pigna en el ciclo Lo pasado, pensado.

Seducidos por la “transversalidad” de la gestión de Néstor Kirchner cuentan que entraron por la puerta de atrás al movimiento (¿a cuál otro?: el peronista). Mientras se iban convenciendo de las bondades doctrinarias, en el interior de la fuerza pasaron tiempo y cosas y eso los instaló en una categoría en la que aún permanecen: “fronterizos del movimiento”. Aun así, los dos –ex jóvenes promesas, hoy adultas realidades– se siguen esforzando para terminar de entender, confirmar o refutar aquello de que los días argentinos más felices fueron los días peronistas.

El protagonista estelar (no exclusivo) de esta muy completa y atractiva miscelánea periodística es Perón, quién al decir de muchos portaba “sonrisa gardeliana”. En una de las deliciosas anécdotas del libro, cuentan que cuando ya era capitán del Ejército un día conoció al cantante y habló con él. Luego le comentó a un camarada de arma: “Quien tenga su sonrisa, tendrá al pueblo”. Y que lo diga él. En uno de los prólogos Pigna menciona señas particulares visibles de quien fuera el Líder y el tirano prófugo; el viajero frecuente de un avión de color negro y el dictador depuesto, el General, Pocho y el apelativo que lo acompañó en sus días finales, El Viejo. Describe Pigna: “contradicciones, desmesura, humanidad, incorrección, criollismo, picardía”. El libro habla de “un Perón en camiseta”, no solo por el calor en Panamá, en el tramo inicial de su exilio.

La ardua investigación muestra a un Perón íntimo, dialogador con entendimiento y convicciones, conocedor de los bueyes con los que araban los más poderosos de la geopolítica mundial en esos años y también sus colegas, los militares (los que lo derrocaron en 1955, los que vinieron después) y los opulentos argentinos que siempre caen parados y aún siguen vivitos y jodiendo. Apoyados en un generoso fondo documental y con los testimonios de una variopinta fauna de personajes que tenían mucho para quererlo y alabarlo, pero también para cuestionarlo y hasta chicanearlo, el libro se sostiene desde un tinglado que cuenta una vida notable, larga, aventurera, histórica, que tuvo glorias únicas que nadie puede discutir y desmayos tan prolongados como sus 18 años de proscripción y exilio.

Mientras permaneció en la tierra Perón tuvo amigos de fierro y enemigos inquietantes, críticos del palo y obsecuentes al palo. Dos populares equipos -Racing y Boca– discuten hasta hoy su pertenencia partidaria (voces autorizadas confirman que era boquense). Su hermano Mario, policía de carrera, fue director del zoológico porteño y parece que le fue bastante bien. En horarios nocturnos, con el lugar cerrado, Perón iba a visitarlo y a caminar libre de admiradores o curiosos. Admiraba a su hermano que había hecho buenas migas con “un animal grandote y negro”. Con su sentido del humor, el General dijo: “Esa fue la única vez que los Perón tuvimos un amigo gorila”. En 1973, presidente por tercera vez, volvió a caminar por el zoo y se enteró de un acto innecesario, de pura crueldad: el gobierno del 55 había demolido el chalet en el que vivieron su hermano y su familia.

El trabajo abunda en anécdotas que lo muestran como un refinado ironista y dueño de una innegable sutileza política. Cuenta que una vez un corresponsal extranjero le consultó acerca de la conformación partidaria del electorado argentino. Perón hizo números: 25% de radicales; 20 % de conservadores; 15 % de socialistas; 10 % de comunistas. Sorprendido, el periodista hizo sus propios cálculos y algo le faltaba. “¿Y los peronistas?”, preguntó. “Ah, no, m ‘hijo. Peronistas son todos”, le explicó Perón.

Así en la tierra

Di Vito y Bernárdez honran su autocalificación de “contadores de historias”, que es su especialidad desde hace más de 30 años en tv, radio y libros. Vuelven a hacerlo en este catálogo que, entre enigmas y hallazgos habilitan a un mejor entendimiento del peronismo y el antiperonismo, la identidad argentina y el lugar de Perón en la tierra.

Nadie falta en este libro, cruzado por el humor, incluídos sus caniches Tinola y Puchi. Y en especial hay una variadísima constelación de Perones.

Por mencionar unos pocos. Perón y su odisea a bordo de la Cañonera Paraguay, rodeado por la Marina. Perón comiendo por canje en Panamá. Perón en el recuerdo de personas-personajes como Ramón Landajo, Eugenio Rom, Hipólito Barreiro, Andrés López, Jorge López, Monona, Macoco Álzaga Unzué, Roberto Alifano y tantos otros. Perón en el capítulo Coimas, gorilas y opositores, el registro de los contreras más enconados, aún vigente, como si no hubiesen pasado 80 años. Perón pidiéndole a Vandor una negociación con los militares y advirtiéndole “Pero no se pase, Vandor”. Perón oracular diciéndole a cada interlocutor lo que quería escuchar. Perón y su “mágico” encuentro con Evita. Perón desconfiando de los médicos y automedicándose con un té de yuyos, amargo y feo, llamado carqueja. Perón y el círculo de protección que con Evita le tendieron al cantante español Miguel de Molina. Perón como el generador de 75 mil obras públicas. Perón, como no hubo ni habrá ningún otro, armando y rearmando la historia política argentina y parte de nuestra vida.

A esta altura muchos lectores querrán saber que marcó el peronómetro, si el libro es a favor o en contra, peronista o antiperonista. El libro es serio, gracioso cuando cuadra y criteriosamente amplio, abarcador y diverso, merecedor de esta segunda vida. Y, saludablemente, no es gorila.

Una sugerencia final. Acompañar la lectura de esta reseña escuchando la ranchera de Ivo Pelay y Francisco Canaro ¿Dónde hay un mango?, señalado en el libro como el tema preferido de Perón.



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