Cómo el trastorno del sueño y la depresión amplifican el impacto de la migraña
Resumen
Sufrida por cada vez más personas, subdiagnosticada y estigmatizada, la migraña duele, aísla, limita y agota. Así lo evidencia un nuevo estudio internacional, que reveló cómo las enfermedades que suelen coexistir con la migraña -como la depresión o los trastornos […]

Sufrida por cada vez más personas, subdiagnosticada y estigmatizada, la migraña duele, aísla, limita y agota. Así lo evidencia un nuevo estudio internacional, que reveló cómo las enfermedades que suelen coexistir con la migraña -como la depresión o los trastornos del sueño- amplifican el impacto de esta condición en la vida cotidiana, que la sufren 1100 millones de personas en todo el mundo.
El estudio fue publicado semanas atrás en la revista científica Advances in Therapy. El trabajo se basó en una muestra de 674 pacientes con migraña, de los cuales casi la mitad presentaba al menos una comorbilidad diagnosticada. Les midieron la calidad de vida, el grado de deterioro en la productividad laboral y las actividades diarias. Los resultados muestran una tendencia clara: los trastornos del sueño y la depresión empeoran significativamente la calidad de vida y la productividad de quienes viven con migraña.
“Estos hallazgos invitan a mirar más allá del dolor físico que causa esta enfermedad: detrás de cada episodio de migraña puede haber una carga emocional, social y funcional que muchas veces pasa desapercibida, incluso para los profesionales de la salud”, afirmó Natalia Larripa, médica neuróloga, integrante del Servicio de Movimientos Anormales y Clínica de Cefaleas de Fleni.

En la Argentina se calcula que la sufre el 9,5% de la población. Tanto a nivel local como global, cerca de tres de cada cuatro casos son mujeres, la mayoría jóvenes. También está cada vez más presente en la población pediátrica, aunque poco se hable de ello: hay un 7,7% de prevalencia de migraña en infancias y adolescencias.
“Además de adecuar el tratamiento agudo para la crisis de migraña, es imprescindible identificar y abordar la complejidad de factores que condicionan el curso de esta enfermedad”, acotó Larripa.
A mayor frecuencia e intensidad de los episodios de migraña, mayor es el riesgo de desarrollar comorbilidades -relativamente comunes y diversas-, desde hipertensión arterial, trastornos cardiovasculares o ansiedad hasta epilepsia, asma, alergias, desórdenes gastrointestinales y determinadas enfermedades autoinmunes.
Más allá del dolor
Entre las y los participantes del estudio, el 60 % eran mujeres y la mayoría tenía entre 30 y 50 años, en plena etapa de desarrollo profesional y familiar. Más del 85 % trabajaba activamente, pero una porción importante reportó haber perdido eficacia laboral por su condición. Aunque la mayoría experimentaba migrañas episódicas (menos de 15 episodios al mes), se observó que la combinación con comorbilidades multiplicaba el impacto.
Uno de cada cuatro presentaba al menos dos comorbilidades asociadas a la migraña y la más mencionada fueron los trastornos gastrointestinales. Las personas con depresión y migraña mostraron una mayor limitación en sus actividades diarias y laborales. Las que sufrían trastornos del sueño, en tanto, mostraban deterioro emocional marcado, y eran tres veces más propensas a la baja productividad en el lugar de trabajo.
Fiorella Martín Bertuzzi, presidenta de la Asociación Migraña y Cefaleas Argentina (AMYCA), sostuvo que “no se trata solo de dar con el medicamento correcto, sino de abordar de forma integral a la persona: detectar el impacto de la enfermedad en el estado de ánimo y en los problemas de sueño, entre otros, y trabajar con un enfoque empático e interdisciplinario”.
Invisibilizada, subdiagnosticada y estigmatizada
Los neurólogos cuentan cada vez con más y mejores herramientas terapéuticas para reducir la frecuencia e intensidad de los episodios de migraña, pero a pesar del elevado impacto de esta enfermedad, la mayoría de los pacientes no busca ayuda profesional.
Sólo el 18 % de quienes participaron en el estudio había consultado a un médico en los seis meses previos al relevamiento. Esto indica algo significativo: muchas personas normalizan sus síntomas o no encuentran respuestas eficaces dentro del sistema de salud.
“Subdiagnosticada, subtratada y, muchas veces, estigmatizada”. Así define a la migraña la médica neuróloga María Teresa Goicochea, jefa de la Clínica de Cefaleas del Instituto Fleni: “La gente con migraña no se ve comprendida por la sociedad. A veces se lo ve como una excusa desde lo laboral, muchos piensan que es de origen psicológico o porque están estresados o por algo que comieron. Pero forma parte de la salud cerebral y hay que cuidarla”.

Una de las dificultades que presenta la migraña es que su diagnóstico es clínico. No se ve en los estudios, en las imágenes del cerebro, en resonancias o tomografías. Esto lleva a muchos a creer que no existe, cuando en realidad se trata de una enfermedad neurológica.
En el Hospital de Clínicas de la UBA, por ejemplo, cuentan con un servicio público de los días lunes, martes, miércoles y viernes desde las 9 horas para atención de cefaleas y dolor facial. Las migrañas son precisamente un tipo de cefalea, de las más frecuentes, junto con la Cefalea Tipo Tensión y la Neuralgia del Trigémino.
Según la Clasificación Internacional de Cefaleas existen más de 300 tipos de dolores de cabezas y representan un importante problema de salud a nivel mundial, afecta a personas de todas las edades, razas, niveles sociales y zonas geográficas.

“Cuando hablamos de migraña nos referimos a una enfermedad neurológica compleja e incapacitante que afecta aproximadamente al 12 % de la población mundial. Es más frecuente en mujeres entre los 15 y 50 años, se caracterizada por ataques recurrentes de dolor de cabeza de gran intensidad que son acompañados de náuseas, vómitos, mayor sensibilidad a la luz y/o al sonido”, apuntaron desde el Servicio de Cefaleas del Clínicas.
Y añadieron: “Pueden durar entre 2 horas y 3 días, varía entre los pacientes que la padecen, como así también, en las crisis que cada uno de ellos tiene. Durante estas crisis migrañosas los pacientes se ven limitados para realizar sus actividades laborales, familiares, académicas y/o sociales”.
“En países como Argentina –concluyó Bertuzzi–, donde también existe una profunda invisibilización de la carga de esta enfermedad en la calidad de vida de las personas que la tienen, estos hallazgos (como los del estudio) permiten reforzar un mensaje clave: para mejorar la vida de quienes conviven con migraña, es necesario prestarle al problema la atención que se merece”.