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destacan la importancia de la prevención y advierten que los brotes son “impredecibles”

Resumen

El último Boletín Epidemiológico Nacional refleja que desde que comenzó la temporada se registraron 299 casos sospechosos de dengue en la Argentina (uno de ellos confirmado, en Formosa). En la semana 33 del año, del 10 al 16 de agosto, […]

destacan la importancia de la prevención y advierten que los brotes son “impredecibles”


El último Boletín Epidemiológico Nacional refleja que desde que comenzó la temporada se registraron 299 casos sospechosos de dengue en la Argentina (uno de ellos confirmado, en Formosa). En la semana 33 del año, del 10 al 16 de agosto, se detectaron 63 sospechas, con una confirmación en CABA (una persona con antecedente de viaje a Brasil). En el Día Internacional contra el Dengue –cada 26 de agosto- y ante la llegada del clima primaveral, vuelve la preocupación por la enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti.

El mosquito vector del dengue tiene una estacionalidad marcada: comienza en noviembre-diciembre, con un pico poblacional en febrero, marzo y abril. Pero en el norte del país puede darse que se encuentren todo el año. Y en inviernos con climas templados en el centro puede precipitarse su llegada, como pasó el año pasado. Por eso la importancia de políticas públicas y medidas domésticas de prevención durante todo el año.

Dengue hasta en invierno: destacan la importancia de la prevención y advierten que los brotes son “impredecibles”

“Si bien es imposible predecir la ocurrencia de posibles nuevos brotes de dengue, no tenemos que relajarnos por el hecho de que en el último verano la situación haya estado medianamente controlada. El mosquito Aedes aegypti ha demostrado sobrevivir a los inviernos y es más que recomendable prepararnos para la próxima temporada implementando todas las medidas de prevención que estén a nuestro alcance”, planteó el médico Tomás Orduna , infectólogo tropicalista, exjefe de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital Muñiz y miembro del Comité Científico de la Fundación Mundo Sano.

“Aunque no contamos con tratamiento específico para estas enfermedades, sí tenemos herramientas para detener su transmisión. Esto exige una vigilancia permanente sobre el comportamiento del mosquito vector, acceso equitativo a la vacunación y un cambio en la conducta social”, opinó Orduna.

No se trata solo de una cuestión individual. Cada criadero que se elimina es una barrera más contra el dengue en la comunidad. Por eso, la prevención debe ser una responsabilidad compartida entre ciudadanos, autoridades sanitarias e instituciones. Solo así podremos hacer frente a una enfermedad que, en un contexto de crisis climática, llegó para quedarse”, sentenció Rodolfo Luján, infectólogo de Boreal Salud.

Andrea Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Leloir, aprovechó al Día Internacional contra el Dengue para difundir las líneas sobre las que se trabaja el tema y, en medio del cientificidio como política de Estado, resaltó: “Somos un equipo de trabajo que busca soluciones a un problema de salud pública en nuestro país. No deberíamos esperar que los países centrales ofrezcan soluciones a problemas que no son de ellos. La ciencia argentina da respuestas a los argentinos”.

Una enfermedad urbana

“Lo que hace singularmente peligroso al Aedes aegypti es su capacidad de adaptarse al entorno urbano. No necesita selva ni lagunas: con una terraza descuidada o un patio con recipientes al sol es suficiente. Las enfermedades que transmite ya no son tropicales: son urbanas, metropolitanas y globales”, definió Marcelo Quipildor, médico infectólogo, miembro de los servicios de infectología del Hospital Público Materno Infantil de Salta y del Hospital San Vicente de Paul de Orán.

Los especialistas señalan que los cambios ambientales y sociales de las últimas décadas contribuyeron “de forma alarmante” a la expansión del mosquito vector. Por un lado, el cambio climático amplió el rango geográfico del Aedes aegypti. Por otro lado, la mayor urbanización sin planificación y la movilidad internacional masiva son otros de los factores que alimentan la propagación del vector.

En agosto del año pasado, ante los primeros casos de dengue de esa temporada, la especialista Victoria Cardo -investigadora del Grupo Ecología de Enfermedades Transmitidas por Vectores de la Escuela de Hábitat y Sostenibilidad de la UNSAM– advertía a Tiempo: “Aedes aegypti tenía una distribución acotada en Argentina y hoy llega a las puertas de la Patagonia. Y lo que pasó el último invierno es que en Chaco hubo transmisión de dengue todo el año. No había ocurrido nunca. Creo que eso también disparó la epidemia de 2024. ¿Qué podemos hacer? Hay que insistir en la prevención y se requiere de una presencia mucho más fuerte a nivel Estado. En la epidemia de este año faltó muchísimo”.

“Las campañas apuntan mucho a la responsabilidad del ciudadano común, pero olvidan un montón de otros actores y potenciales criaderos y zonas de riesgo en los que el vecino no tiene injerencia. Como los cementerios, con gran cantidad de floreros que se transforman en criaderos”, planteaba por entonces.

A nivel individual, la prevención tiene que ver con el descacharreo, la limpieza de rejillas, el uso de mosquiteros y repelentes. A nivel estatal, depende de políticas públicas de concientización, acciones de limpieza en espacios comunitarios y facilitación de medidas de prevención (como acceso a repelentes). La política del Ministerio de Salud de Mario Lugones es dejar estos cuidados en manos de cada jurisdicción.

Amenaza global

Según la Organización Panamericana de la Salud, en el 2024 se reportaron más de 12,6 millones de casos de dengue en América Latina, casi el triple que en 2023. De ese total, más de 21.000 fueron considerados graves y más de 7.700 personas perdieron la vida. Solo cuatro países concentran la mayoría de los contagios y muertes: Brasil, Argentina, Colombia y México.

A nivel global, el dengue afecta a más de 390 millones de personas anualmente -de las cuales más de 96 millones presentan manifestaciones clínicas- y se producen alrededor de 20 mil fallecimientos.

Desde principios de 2023 hasta mediados de 2024, la transmisión con un pico inesperado de casos llevó la cifra cerca del máximo histórico, con más de trece millones de casos y más de 8000 muertes relacionadas con el dengue en más de 80 países o territorios y en cinco regiones de la Organización Mundial de la Salud: África, las Américas, Asia Sudoriental, Pacífico Occidental y Mediterráneo Oriental.



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