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El Trece apuesta a las deposiciones caninas y la ingesta de placenta para renovarse, pero sigue sin arrancar

Resumen

En un nuevo intento por revitalizar su programación, desde hace años en crisis, El Trece estrenó dos envíos nocturnos. En el primero, Guido Kaczka revisita fórmulas que ya conoce como la palma de su mano, aunque acaso con mayor sinceridad. […]

El Trece apuesta a las deposiciones caninas y la ingesta de placenta para renovarse, pero sigue sin arrancar


En un nuevo intento por revitalizar su programación, desde hace años en crisis, El Trece estrenó dos envíos nocturnos. En el primero, Guido Kaczka revisita fórmulas que ya conoce como la palma de su mano, aunque acaso con mayor sinceridad. En el segundo, Mario Pergolini vuelve a la televisión con un late night que juega a ser moderno pero se queda en lo previsible.

Guido Kaczka conduce programas de entretenimientos desde hace más de 20 años. Se formó con Gerardo Sofovich: el «ruso» lo llevó a Polémica en el Bar, lo hizo co-conductor de La noche del domingo y fue su jurado estrella en las primeras temporadas de Los 8 escalones.

En su trayectoria ha alternado entre dos tipos de lógica televisiva: concursos de preguntas y respuestas (como Los 8 escalones, The Wall, The Balls) y pruebas físicas o prendas, más cercanas al absurdo (A todo o nada, Bienvenidos a bordo). Su nuevo programa, Buenas noches, familia, entra de lleno en este segundo grupo, con una vuelta de tuerca singular: competencias entre perros. En entregas anteriores, los canes debían correr laberintos o carreras. Esta vez, el desafío es fisiológico: tienen que hacer pis y caca. Cada pis vale 100 mil pesos; cada caca, un millón. Ni Toto Caputo en una licitación del BCRA se anima a tanto.

El Trece apuesta a las deposiciones caninas y la ingesta de placenta para renovarse, pero sigue sin arrancar
En el programa de Kaczka, los perros tienen que hacer «sus gracias».

Escatología, canje y tercera edad

Más allá del segmento escatológico, el programa incluye un espacio para la adopción de perros rescatados y un momento emotivo con historias de vida. Kaczka conoce a su público: sabe que la promesa de dinero (aunque improbable) combinada con la lágrima fácil le ha funcionado históricamente. El presupuesto, descontados los premios, parece modesto: dos pebetes, un par de paquetes de galletitas y bolsas de alimento balanceado que probablemente sean parte de un canje.

Uno de los segmentos destacados fue la visita de un grupo de adultos mayores de un hogar. Compartieron historias, se rieron con Guido y brindaron consejos para una vida plena. Es para celebrar que el programa le dé voz a adultos mayores, ausentes tanto en la TV como en el streaming.

Con esta receta, el programa de El Trece ronda los 6 puntos de rating. Puede parecer un número bajo, sobre todo si se lo compara con los 7 que hace Yanina Latorre en América a las 19. Sin embargo, en una señal con expectativas de apenas 8 puntos, Buenas noches, familia se convirtió en lo más visto del canal.

Pergolini volvió a El Trece… y no pasó nada

Mario Pergolini construyó su carrera televisiva sobre una impostada rebeldía. Mientras se mostraba como una figura “alternativa” frente al mainstream (entonces encarnado por Marcelo Tinelli), replicaba sus lógicas: maltrato laboral, humor chabacano y negociaciones con los mismos personajes a los que criticaba, como Gerardo Sofovich.

El Trece apuesta a las deposiciones caninas y la ingesta de placenta para renovarse, pero sigue sin arrancar
Agustina Kämpfer visitó a Pergolini en su programa.

Este regreso a la televisión se da después de años de sostener que “la TV está muerta” y de haber centrado su trabajo en el streaming, especialmente desde la plataforma Vorterix. Su nuevo programa, Otro día perdido, no ofrece ninguna novedad. Es un clásico late night de entrevistas: Agustín «Rada» Aristarain presenta, Pergolini hace un monólogo inicial y Laila Roth aporta columnas con algunos destellos ingeniosos. Su participación, de hecho, es el único gesto verdaderamente interesante del envío.

Como todo programa de entrevistas sin un conductor extraordinario (como lo fueron Rozín o Guinzburg) el resultado depende del invitado. Guillermo Francella, en el debut, aportó oficio e ironía. En el cuarto programa, Agustina Kämpfer ofreció cápsulas hechas con su placenta: literal. Lo que se dice, un programa de interés general.

Otro día perdido promedia 5 puntos de rating. Es poco para un envío con un presupuesto generoso en sueldos (empezando por el del propio Pergolini). Si bien roza los 7 puntos que El Trece esperaba, queda a años luz de La Voz Argentina, que en Telefe oscila entre 13 y 14 puntos.



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