“La amorosidad es el mejor antídoto contra esta época deshumanizante”
Resumen
Micaela Vita es cantora y docente. Junto a su compañero Juan Saraco encabezan Duratierra: una banda con un público fiel que va creciendo disco a disco. Sus últimos trabajos, La fuerza (2023), más rockero, y A los amores. Vol. 1, […]
Micaela Vita es cantora y docente. Junto a su compañero Juan Saraco encabezan Duratierra: una banda con un público fiel que va creciendo disco a disco. Sus últimos trabajos, La fuerza (2023), más rockero, y A los amores. Vol. 1, de folklore más tradicional, los confirmaron como una de las propuestas más sólidas y audaces de la escena local. Vita es además docente y referente para las nuevas generaciones. Vivió casi cinco años en Unquillo (Córdoba), pero ya está de vuelta en Buenos Aires.
-¿Cuándo supiste que querías ser cantante?
-Desde muy pequeñita. A los tres o cuatro años ya jugaba a cantar. Y nunca tuve dudas acerca de que mi destino era ese.
-¿Qué fue lo primero que cantaste?
-Cosas de María Elena Walsh.
-¿A quiénes escuchaste de chica que te marcaron?
-A Mercedes (Sosa). Es la voz que recuerdo de mi infancia. En la preadolescencia tuve una etapa de rock y el pop. Ahí me copé un montón con Fabi Cantilo y mucho también con Sheryl Crow, Alanis Morissette y Gwen Stefani de No Doubt. Esas cantantes que venían a romper todo me cautivaban un montón. Y también mucho las voces del jazz, como Ella Fitzgerald, Billie Holiday.
-¿Qué harías si no fueras cantante?
-Creo que sería bailarina y actriz.
-¿Qué música escuchás ahora?
-Un montón y muy variada. Me encanta escuchar mucho folklore, los discos viejitos de Los Hermanos Ábalos, Félix Dardo Paloma. Siempre ando volviendo a los de Mercedes, descubriendo versiones. Me gusta escuchar a Liliana Herrero, a Teresa Parodi. Los discos del Raly (Barrionuevo) también los disfruto mucho. El «Chango» Spasiuk me encanta. Escucho de todo. Hay música sonando todo el tiempo en casa, desde africana hasta cuarteto, merengue y Radiohead.
-¿Qué escucha tu hijo de 12 años?
-Ástor es espectacular. Es súper variado en sus gustos. Le encanta la cumbia, el rock, el folklore. Y le gustan algunos cantantes. Por ejemplo, Bruno Mars. Y lo escuchás que anda por ahí cantando melodías en un inglés inventado. Ahora también está tocando mucho el piano. Entonces escucha a pianistas, a (Erik) Satie, entre muchos.
-¿Qué estás leyendo?
-Leo un montón. Me fascina. Ahora estoy con un libro de Samanta Schweblin, Pájaros en la boca, que tiene unos cuentos bastante oscuritos… Me gusta mucho perderme en librerías y gastar plata que no tengo. Todos los domingos me pongo a leer la doctrina peronista. También incluyo Peronismo Tomo 1 (de José Pablo Feinmann). Leo todo de Camila Sosa Villada. Me gusta mucho Juan Solá. El último libro de la Susy (Shock), La Loreta/ Pibe roto, me encantó. Amo a Dolores Reyes y Gabriela Cabezón Cámara. De género y de miradas que me resultan interesantes leo también bastante. Me interesa mucho, por ejemplo, Paul Preciado.
-¿Qué dejaste en Córdoba?
-Un pedazo de mi corazón y de mi alma. Dejé muchas amigas y amigos, que los extraño un montón. Y un contacto con la naturaleza y con los días con otro ritmo que extraño profundamente cada día que me despierto acá. Dejé también a mi madre que por el momento sigue viviendo allá.
-¿Qué extrañabas de Buenos Aires?
-Extrañaba mucho a todas esas otras amistades, las del principio de la vida, las de siempre. Y a la familia de acá. Y también extrañaba mucho poder tener una cercanía cotidiana con Duratierra: encontrarnos varias veces por semana, ensayar, charlar, hacer planes, juntarnos a comer. Extrañaba mucho poder vivir de vuelta esa vida de banda.
-¿Te gusta cocinar? ¿Qué cocinás?
-Soy muy mala cocinando. En casa cocina Juan, que además lo hace increíble. Yo te zafo. Te hago una milanesa, una tortilla de papa, hago buenos tucos. Y no me pidas mucho más.
-Sos de tender puentes entre las personas. ¿Siempre fuiste así?
-La idea de los puentes siempre fue parte de cómo me gustó vivir. Siempre pienso las cosas colectivamente. Me cuesta mucho pensar en soledad. No me divierte, no me gusta. Así que siempre fui buscando hacer cosas con gente y me gusta mucho que la gente que quiero y que admiro se conozca entre sí y se junte.
-¿Hay algún sueño que te quede por alcanzar con tu canto?
-Estamos en un momento de mucha inspiración. Siempre hay ideas a futuro, gente con la que nos gustaría cruzarnos artísticamente, discos por grabar, audiovisuales por realizar, eventos por crear. Siempre estoy en esa manija creativa y productiva.
-¿Cuáles son tus cantoras favoritas?
-Qué difícil. Me gusta un montón de gente. La Negra es ineludible. Noelia Recalde y Nadia (Larcher) también. Me gusta mucho cómo cantan la Mery Murúa y Milena Salamanca. Liliana Herrero me conmueve de un modo que lo hace muy poca gente. Y, por fuera del mapa local, me gusta mucho Maria Rita y su madre, Elis Regina, otra gran inspiradora. Obviamente Rosalía. En su primera etapa, me fascina. Y Silvia Pérez Cruz.
-¿Cómo se mantiene la esperanza en esta época tan compleja?
-No tengo una respuesta, tengo búsquedas. Juntarnos, conversar, esquivar las soledades crueles de este tiempo, reconocernos en los demás. Mostrar el dolor. Hablar de la desolación, del miedo, de la bronca. Escucharnos. En mi caso, en este tiempo quiero hacer música, quiero cantarle a la gente. Creo que la amorosidad es el mejor antídoto contra esta época deshumanizante, odiante y cruel en la que nos quieren hacer vivir. «
Ping pong con Micaela Vita